El equilibrio de dar y recibir


Conversando con una gran amiga, me mostró que dar y recibir se comportan en un equilibrio perfecto. Dar requiere de recibir, en una reciprocidad armónica. Vi algo que no había visto nunca: dar, dar y dar sin nunca recibir, produce un desequilibrio que altera esta ley universal, la del equilibrio, que todos conocemos cuando decimos que uno da lo que recibe, que si se es generoso se recibe abundancia y que si se es mala onda se recibe de vuelta baja vibración o "se paga de algún modo". Del mismo modo, sólo disponerse a recibir y sostener un egoísmo en el dar, también desequilibra la balanza de la Vida.

Este nuevo mirar me estremeció. Estudié en un colegio jesuita, con admiración por el Padre Hurtado y aprendí que hay que dar hasta que duela, y seguir dando con resignación y estoicismo. Y desde mi completa sorpresa, hoy me doy cuenta que ello no es así: hay que dar con reciprocidad. La clave es dar desinteresadamente, es decir, no hay que dar y estar esperando recibir. No funciona así. Cuando uno da desinteresadamente, necesariamente va a recibir algo constructivo de vuelta, de modos muchas veces impensados y a veces invisibles a nuestros ojos y distinciones (quizás esto es lo que algunas personas llaman la "suerte", que no existe, ya que es atracción de energía de alta vibración).

Creo que el gran aprendizaje está en que hay personas acostumbradas a recibir y hay personas acostumbradas a solo dar, sin pedir ayuda, sintiendo que hay que entregarlo todo sin esperar nada. Y ahí está el error y el riesgo. Hay personas que "se sirven" de los que dan y atrapan su energía, en una especie de vampirismo emocional, actuando como parásitos que se nutren de la energia constructiva del dar de otros. Dicho en otras palabras, la semilla del dar puede caer en diferentes terrenos y, cuando ese terreno no es fértil, hay que lanzar esa semilla a otro terreno para que germine. El equilibrio de la Vida lo pide y lo exige. Es decir, dar siempre a una persona o grupo que sólo recibe y escasamente da, usando la energía generosa de otros para sus propios fines, es un error grave pues desbalancea el sutil y delicado equilibrio de dar y recibir.

Para mí esto es un giro revolucionario en mi Vida, me hace mirar desde otro lugar, redefinir mi forma de dar, seguir entregándole a algunos y quitar mi energía de entrega a otros, pues termino faltando al equilibrio de la Vida y me hace muy mal, pues entrego mi energía positiva sin efectos benéficos de ningún tipo, "desnutriéndome" en mi equilibrio emocional y perdiendo el control de mis afectos. En esta categoría entra lo que los psicólogos llaman "enganches neuróticos": una da y otro recibe en un patrón que no se mueve, que cierra las posibilidades, tiende al punto muerto y hace aparecer lo peor de cada uno.

En adelante miraré la vida desde el equilibrio de dar y recibir, esté en cualquiera de las dos posiciones, y siempre en lo constructivo, lo positivo y lo expansivo. Cada día se mete más en mis células esta convicción de que la Vida expansiva y ascendente sólo ES en el florecimiento de lo positivo, desde adentro hacia afuera.

Comentarios

Pía Cordero dijo…
Bello, simplemente bello.
La Ley del Equilibrio, entenderla, aceptarla y practicarla le da un giro a la vida. Una nueva comprensión, esa que nunca nos enseñaron.
¡¡Gracias por compartir tus aprendizajes!!

Cariños,
Pía
Monita dijo…
Respecto a lo que planteas, creo que uno nunca da sin recibir a cambio. Al menos llevado al plano de una entrega honesta de amor, cariño y cuidado. Cuando uno quiere dar o entregar algo a otro, es por “algo”… existe un “algo” que se recibe de vuelta, aunque sea incomprensible o invisible e incluso sin intención por parte del otro. Ese “algo” es lo mismo que nos conduce a seguir entregando, porque en ello existe una sensación de plenitud y felicidad. Aún así, es una entrega totalmente desinteresada y genuina, donde reside el verdadero amor. Como el amor que entrega una madre a su hijo por medio de actos que le proporcionan lo que él necesita para crecer feliz. Tu mismo lo dices; “Cuando uno da desinteresadamente, necesariamente va a recibir algo constructivo de vuelta.” Y eso puede ser simplemente la felicidad del otro, una sonrisa, una mirada colmada de paz…

Sin embargo, al parecer sí se puede recibir sin dar. Pero lo que más me llama la atención son quienes por temor o desconfianza no abren sus corazones para recibir. Y ahí me pongo a pensar en algo parecido a aquello de las semillas del dar que caen en terrenos más fértiles que otros ¿Quién no quisiera recibir aquella amorosa semilla? ¿A qué le temen esas personas que se rehúsan a recibir el cariño desinteresado de otros?
Creo que la idea como humanidad es crecer y expandirnos, y para ello es esencial que sepamos tanto recibir como dar, siempre que ello se base en sentimientos nobles y puros, aprendiendo a confiar, pero primero ser honestos.
No se si se entiende bien la idea, pero es algo que siempre me ha causado curiosidad. Es entendible que muchas veces lo que queremos entregar no siempre es lo que el otro necesita, o no se entrega de la forma más apropiada para quien recibe. Claro, en ese caso tal vez no estén dispuestas a recibir tal cual se les entrega, pero sólo son asuntos de forma. Aún así la esencia del amor es la misma, se mantiene intacta… y en mi vida me he encontrado con personas en situaciones donde parecieran tener miedo de recibir amor.
¿Qué crees tú?

Un abrazo,
C.
Ignacio,

QUe bueno lo de cambio de mirada.
Yo hace tiempo que lo había intuído, pero siempre hay nubes que a uno lo "nublan" y no dejan ver con claridad las situaciones.

Estoy convencido que el Dar y Recibir han de desarrollarse en un estado de equilibrio, incluso, en lo que dice el padre Hurtado, "dar hasta que duela". Es decir, quien da hasta que duela desinteresadamente, automáticamente, tarde o temprano, se compensará, como tú mismo escribiste, con un "recibir algo constructivo de vuelta máyor."

Tenemos los casos del mismo padre Hurtado o de Sor Teresa de Calcuta, o de mi abuela, quien en vida se entregó desinterasadamente (sin ser religiosa) a lo demás, recibiedo de vuelta, el cariño de muchísimas personas (Jamás he ido a una misa fúnebra más llena de gente que la de ella).

La regla es: dar desinterasamente, y recibir agradecido.

Saludos,

Rodrigo.
Mali dijo…
Dar para mi es entregarse en ese momento, en ese encuentro, en el instante que uno envía un mensaje o señal de que me importas y que de igual forma te necesito....saber de ti, como estás, que sientes, cómo va la vida...he aprendido que dar tiene un sentido fructifero sólo en aquellos que realmente se conectan contigo, que sienten la misma energía y vibración en ese encuentro.
Recibir, es el regreso del cariño y del acto entregado, que llena el alma, que comparte el encuentro, que acoge sin cuestionar la esencia.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices, sobretodo cuando mencionas que dejas de poner energía donde se entrega y las señales de regreso son pocas, vacías, por cortesía...por cumplir...porque fuimos amigos y te entrego lo que me devuelves como una negociación entre extraños.
Que rico tenerte de vuelta!
Un abrazo,
Mali
El libro “Psicología para la Vida” se puede comprar por internet en:
http://www.antartica.cl/antartica/servlet/LibroServlet?action=fichaLibro&id_libro=85168
Anónimo dijo…
Menos mal que equivocada no estaba.
No será que DAR no es para esa persona o grupo en especial, si es asi, no insistir sería lo correcto.
con cariño any
Que coincidente son tus experiencias con algo que sostengo desde hace algún tiempo ya... La importancia de la humildad del recibir. Este recibir no es sólo un acto que permite experienciar la propia fragilidad y la necesidad de reconocer que los demás tienen un papel preponderante en mi propio bienestar, sino que también es un acto de generosidad al crear instancias en las que le permites al otro aprender a dar.
Esto es particularmente interesante en las relaciones parentero-filiales y en las de pareja. En el primer caso el recibir de los propios hijos es una herramienta poderosísima de enseñanza, pues le das espacios para que pongan en práctica su propia manera de dar, puedan vivir la satisfacción de dar felicidad, consuelo, etc. a otro (su padre o madre). El sentir que tienen el poder de hacerlo, a su vez fortalece su autoestima, sus valores y su ética, su sentido del vínculo humano, su interés por el otro, etc., etc., etc.
En el caso de las parejas es similar, también debe haber tiempos de dar, como de recibir; permitirle al otro disfrutar de estar en el regazo entregado completamente al momento de dar y, en otro momento, dejar que se él o ella quien sea preocupe enteramente de ti. Así se estimula la verdadera confianza, el apoyo mutuo y, obviamente, el amar.

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